Amor constante, más allá de la muerte

«Reconciliación entre Montescos y Capuletos» (detalle), de Frederic Leighton (1830-1896).



AMOR CONSTANTE, MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Por Francisco de Quevedo (1580-1645)


Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora a su afán ansioso lisonjera;


mas no, de esotra parte, en la ribera,

dejará la memoria, en donde ardía:

nadar sabe mi llama la agua fría,

y perder el respeto a ley severa.


Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

medulas que han gloriosamente ardido,


su cuerpo dejará, no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrá sentido;

polvo serán, más polvo enamorado. 





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