El Niño ardiente

«El Niño Jesús». Obra de Karl Joseph Aloys Agricola (1779–1852).






EL NIÑO ARDIENTE


Robert Southwell

(1561-1595)



En una noche de crudo invierno, tiritando en la nieve estaba,

Cuando un calor súbito llegó a mi pecho;

alcé temeroso los ojos por ver qué fuego era aquel

y vi un Niño hermosísimo, todo envuelto en llamas.

Ardía, abrasado con exceso de fuego, y derramaba tal raudal de lágrimas

que parecía querer apagar con ellas las llamas que sus mismas lágrimas alimentaban.

«¡Ay!», dijo, «apenas nacido, y en fuego me consumo,

Mas, nadie se acerca a calentarse el corazón en mi fuego salvo Yo mismo.

Mi pecho sin culpa es la fragua, las espinas hirientes son el leño,

el amor es la llama, los suspiros el humo, la vergüenza y el escarnio las cenizas.

La justicia echa los leños, la misericordia aviva las brasas;

el metal que en esta fragua se funde son las almas manchadas de los hombres.

Por eso ahora ardo, para forjarlas y obrar en ellas su bien;

y me derretiré en un baño de sangre para lavarlas en él»

Dicho esto, se desvaneció de mi vista y en un instante desapareció,

y caí en la cuenta: era día de Navidad.

 

Comentarios