Portalones y puertas

Ilustración de «La Virgen María contada a los niños», de Emilio Freixas (1899-1976).

 



PORTALONES Y PUERTAS 

Por Joyce Kilmer (1886-1918)


Hubo una vez un hombre dulce (¡Y bendito sea su nombre!)

Él abrió el establo la noche en que Nuestra Señora llegó.

A Nuestra Señora y a San José, él les dio comida y cama,

Y Jesucristo a él le ha dado una corona de gloria alrededor de su cabeza. 

Así que deja que la puerta se abra por pobre que sea el patio,

Para que la gente cansada pueda visitarte y no encuentren el paso cerrado; 

Desatranca la puerta a medianoche y deja que brille tu linterna

Para que su luz guíe al viajero que camina hacia ti a través de la nieve.


Hubo una vez un anfitrión cortés (él está en el cielo esta noche)

Él sostuvo la brida de Nuestra Señora y la ayudó a descender;

Él extendió paja limpia delante de ella

donde pudo acostarse,

Y Jesucristo le ha dado una corona eterna. 

Desatranca la puerta esta tarde y deja que se abra, 

Deja que todos los que piden refugio entren rápidamente dentro. 

¿Qué importa si tu jardín es estrecho? ¿Qué más da si tu casa es pequeña? 

Hay un invitado que está por llegar. Lo glorificará todo.


Hubo una vez un feliz anfitrión

El cual se arrodilló en la mañana de Navidad 

Al lado del radiante pesebre donde nació su Señor.

Su corazón estaba lleno de alegría y su alma llena de dicha

Cuando Jesús, en el regazo de su madre, le dio su mano para que la besara. 

Libera tu corazón esta noche y no te quedes afuera,

Domina desde el gran portal de tu alma la barrera de la duda

Y a la gente humilde y cansada dale una bienvenida cordial,

Tu pecho será mañana la cuna de un rey.


Comentarios