La oración de los niños

«La oración». Pierre Édouard Frère (1819-1886).



LA ORACIÓN DE LOS NIÑOS

Por Charles Péguy (1873-1914)


No hay nada más hermoso que un niño que se duerme rezando sus oraciones, dice Dios.

Yo os digo que nada hay tan hermoso en el mundo.

Nunca he visto nada tan hermoso en el mundo.

Y, sin embargo, he visto cosas hermosas en el mundo

Y las conozco bien. Mi creación rebosa de bellezas.

Mi creación rebosa de maravillas.

Hay tantas que ya no sabe uno dónde ponerlas.

He visto millones y millones de astros rodar bajo mis pies como las arenas del mar.

He visto jornadas ardientes como llamas.

Días de verano de junio, julio y agosto.

He visto noches de invierno echadas como una capa.

He visto noches de verano tranquilas y dulces como un ocaso de paraíso

Totalmente repletas de estrellas.

He visto esos viñedos del Mosa y esas iglesias que son mis propias casas.

Y París y Reims y Rouen y catedrales que son mis propios palacios y mis propios castillos.

Tan hermosos que los guardaré en el cielo.

He visto la capital del reino y Roma, capital de la cristiandad.

He oído cantar la misa y las vísperas triunfantes.

Y he visto esas llanuras y esas ondulaciones del terreno de Francia.

Que son lo más bello de todo.

He visto el mar profundo, y el bosque profundo, y el profundo corazón del hombre.

He visto corazones consumidos de amor

Durante vidas enteras

Perdidos de tanta caridad.

Ardiendo como llamas.

He visto a mártires llenos de fe

Aguantar como una roca en el potro de tortura

Bajo los dientes de hierro.

(Como un soldado que aguantase completamente solo toda una vida

Por fe

Por su general (aparentemente) ausente.)

He visto a mártires llameando como antorchas

Preparándose así las palmas siempre verdes.

Y he visto gotear bajo las garras de hierro

Perlas de sangre que resplandecían como diamantes.

Y he visto brillar lágrimas de amor

Que durarán más que las estrellas del cielo.

Y he visto miradas de oración, miradas de ternura,

Perdidas de caridad

Que brillarán eternamente por las noches de las noches.

Y he visto vidas enteras, del nacimiento a la muerte,

Del bautismo al viático,

Desenredarse como una madeja de lana.

Pues yo os digo –dice Dios– que no conozco nada tan hermoso en todo el mundo

Como un niño que se duerme rezando sus oraciones

Bajo el ala de su ángel de la guarda

Y que sonríe a los ángeles al empezar a dormirse.

Que ya lo mezcla todo y que ya no entiende nada

Y que mete el texto del Padre Nuestro a barullo, de cualquier forma, en el texto del Dios te salve 

María

Mientras un velo desciende ya sobre sus párpados,

El velo de la noche, sobre su mirada y sobre su voz.

He visto a los mayores santos, dice Dios. Pues bien, yo os digo

Que nunca he visto nada tan gracioso y por lo tanto no conozco nada tan bello en el mundo

Como ese niño que se duerme rezando sus oraciones

(Como ese pequeño ser que se duerme confiado)

Y que mezcla el Padre Nuestro con el Dios te salve María.

Nada es tan bello y éste es incluso un punto

En el que la Santísima Virgen comparte mi opinión.

En ese punto.

Y puedo decir sin miedo que es el único punto en el que estamos de acuerdo. Pues por lo general 

somos de opiniones contrarias.

Porque ella está a favor de la misericordia.

Y yo tengo que estar a favor de la justicia. 

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