La Belle Dame Sans Merci

«La Belle Dame sans merci». Obra de John Williams Waterhouse (1849-1917).




LA BELLE DAME SANS MERCI 

Por John Keats (1795-1821)


I

¿De qué adoleces, caballero,

tan sólo y pálido vagando?

Del lago el junco se ha secado,

y no cantan los pájaros.


II

¿De qué adoleces, caballero,

desmejorado y miserable?

La ardilla ha llenado su granero,

se ha dado la cosecha.


III

Un lirio veo sobre tu frente

de helada angustia y fiebre en vaho,

y en tus mejillas una rosa

también se ha marchitado.


IV

Traté a una dama en la pradera,

hermosa y bella – un hada niña.

De pelo largo y pies ligeros,

salvaje la mirada.


V

Tejí guirnaldas en su frente,

pulsera y cinto perfumados.

Y me miró cual si me amara,

gimiendo dulcemente.


VI

En mi corcel la hube sentado,

y en todo el día no vi más nada.

Pues de soslayo ella entonó,

una canción de hadas.


VII

Halló por mí raíces dulces,

y miel silvestre y maná fresco.

Y en una extraña lengua dijo:

“En verdad que te amo”.


VIII

Y me llevó a su cueva de elfos,

cayó en lamentos y sollozos.

Y yo cerré sus fieros ojos,

con abundantes besos.


IX

Y me arrulló hasta que dormí,

y ahí soñé lo más horrible

que haya soñado alguna vez,

en esta fría ladera.


X

Vi Reyes pálidos, Princesas,

Guerreros: todos cadavéricos,

gemían: “la bella dama sin

piedad te tiene preso”.


XI

Hambrientos labios en las sombras,

me dieron su hórrida advertencia.

Y desperté: me encontré aquí,

en esta fría ladera.


XII

He ahí el porqué aquí permanezco,

tan sólo y pálido vagando.

Si bien del lago el junco se ha secado,

y no cantan los pájaros. 


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