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«Annabel Lee». Ilustración de Edmund Dulac (1882-1953). |
Annabel Lee
Por Edgar Allan Poe (1809-1849)
Sucedió hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar.
Allí vivía una doncella
cuyo nombre era Annabel Lee;
y vivía esta doncella sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.
Yo era un chiquillo y ella una chiquilla,
en aquel reino junto al mar:
Pero nos amábamos con un amor que era más que amor –
mi Annabel Lee y yo -.
Con un amor que los alados serafines del cielo
envidiaban.
Y éste fue el motivo por el que, hace mucho tiempo,
en aquel reino junto al mar,
un viento llegó desde una nube, helando
a mi hermosa Annabel Lee;
entonces vino aquel hidalgo pariente suyo
y la apartó de mi lado,
para encerrarla en un sepulcro
en aquel reino junto al mar.
Los ángeles que no eran tan felices en el cielo,
nos tenían envidia
– ¡ Sí ! – éste fue el motivo (como toda la gente sabe,
en aquel reino junto al mar)
para que el viento viniera por la noche desde la nube,
helando y matando a mi Annabel Lee.
Pero nuestro amor era mucho más fuerte que el amor
de aquellos que eran más viejos que nosotros
– de muchos que sabían más que nosotros –
y ni siquiera los ángeles allá arriba en cielo,
ni los demonios en las profundidades del mar,
podrán nunca separar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.
Jamás brilla la luna, sin que yo sueñe
con la hermosa Annabel Lee;
jamás salen las estrellas, sin que yo sienta los brillantes ojos
de la hermosa Annabel Lee;
y así, durante toda la noche, permanezco tendido al lado
de mi querida, mi querida, mi vida y mi novia
allá en el sepulcro junto al mar
en su tumba junto al mar sonoro.
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